Las leyes económicas afectan a los países de la misma forma que a las personas o a las familias, pero establecer una comparación en cómo ajustan sus presupuestos o la forma de financiarse es llevar las cosas demasiado lejos.
Por ejemplo, la gran mayoría de los hogares no pueden incrementar fácilmente sus ingresos, debido a que los salarios no están establecidos por ellos. Los gobiernos, en cambio, pueden aumentar sus ingresos de varias formas. Las familias, a la hora de decidir en qué gastan su dinero no se ven en la necesidad de buscar apoyos entre los electores, tal y como ocurre con los gobiernos.
De la misma forma, los presupuestos familiares no se ven afectados por las subidas y bajadas de sus ingresos comparados con los vecinos de la misma calle. Los gobiernos tienen que proveer servicios que las familias no pueden financiar por sí mismas directamente, sino que la financiación ha de realizarse en forma de impuestos.
Estos impuestos se recaudan por los gobiernos para obtener ingresos de forma directa o indirecta . Los impuestos directos gravan la capacidad económica de una persona, como el impuesto sobre la renta. Los impuestos indirectos se aplican sobre el consumo, la producción o el tráfico. La proporción entre ambos tipos de impuestos es variable aunque los impuestos indirectos proporcionan más ingresos, especialmente en aquellos países donde el sistema impositivo no es eficiente o existe una elevada evasión fiscal.
La decisión de la cuantía de los impuestos a gravar no es solo económica sino también política. Si los impuestos son muy elevados los incentivos para trabajar más o de forma eficiente serán menores, provocando evasión o economía sumergida. Otro de los efectos más perniciosos para una economía es la temida «fuga de cerebros» a otros países con cargas impositivas más leves.
Los gobiernos también han de enfrentarse a la tan temida inflación y el desempleo. La conveniencia política juega un papel muy importante en la toma de decisiones de los países ya que los problemas económicos mundiales afectan a todos.
Si en un país predomina principalmente la fabricación y los precios de sus materias primas se elevan, poco podrá hacer para prevenir la subida de los precios. Con el desempleo ocurre algo similar. Los gobiernos podrían tomar medidas encaminadas a estimular la creación de puestos de trabajo, pero se encuentran con crecientes dificultades, sobre todo teniendo en cuenta las actividades y decisiones de inversión de las empresas multinacionales, que han adquirido una importancia y relevancia notables.
